La ficción, el amor y la muerte* (2 parte)
Quizás, la seducción última que ejerce el teatro, resida en que los actores encarnan la figura de la Muerte: con el aspecto inmóvil que otorga la fijeza de sus máscaras y/o caras maquilladas, se sitúan simultáneamente como cuerpos vivos y muertos.
De modo que, la “vitalidad excesiva” de las escenas teatrales, resultan durante el tiempo de su transcurrir, un intento de estetizar y denegar el malestar que genera la muerte.